Perdimos la poesía...

La invitación a ver a La Tona debajo del Arco de Correos era demasiado. Desde que me enteré comenzó la ansiedad. No les pude ir a ver en la Bodeguita, pero verles en la calle... era recordar los Toques. Los toques que le dieron cohesión a mi generación.
El Facebook y el Hi5, los celulares con su saldo triple y mensajitos, han sustituido lo que para nosotros eran los toques. Han creado una vida social virtual en la que ya no necesitamos reunirnos y vernos para saber cómo estamos.
Los toques eran otra cosa... nos reuníamos y hablábamos. Intercambiábamos poesía. Discutíamos sobre el cambio necesario. Éramos la generación joven que vio la firma de los acuerdos de paz con esperanza (la historia nos dio un putazo en la cara). Escuchábamos música con alma.
Yo era bastante joven a decir verdad. Comencé a ir a los conciertos desde los 13 años. Nunca tuve amigas de mi edad. Fui educada entre trova, música andina y libros del boom latinoamericano. A los 13 años podía sostener conversaciones sobre Mafalda y el mundo. No me sentía bien en las discotecas, en esos entonces y creo que aún ahora, la galería de las mujeres más fashion. En esos momentos era importante la poesía. La compartíamos. Habían quienes la repartían. Habían quienes declamaban entre canción y canción.

Ir a ver a La Tona fue para mí como una regresión. Fue regresar en el tiempo y recordar lo que fue transformador en mi conciencia. Me invadió la nostalgia. Los ojos se me llenaron de lágrimas todo el toque... Cerré los ojos y disfruté cada canción saboreando esas letras cargadas con mi intesidad adolescente. Un soplo de vida en esta ciudad triste...