Estudié en un colegio católico-nazi para mujeres. Me educaron para ser mujer florero. Pero este no era cualquier colegio. Es uno de esos colegios "liberales" y "feministas".
Recuerdo muy bien que me lo dijo la maestra de Educación para el Hogar (¿Cómo puede tan siquiera existir esta materia?): Queridísimas... ustedes son mujeres bien. No tiene por qué dedicarse a limpiar pisos y cocinar almuerzos. Esas tareas no son para que señoritas como ustedes las hagan. Ustedes serán profesionales. (Acá es donde viene el discurso "feminista") Lo mejor es casarse, con otro profesional, que gane suficiente dinero para pagarles criadaS.
Y así me lo repitió mi mamá, y mi abuela, y tantas otras maestras.....
Qué tal.... Sean mujeres profesionales, y descargen sus tareas asignadas en otra mujer menos afortunada que ustedes.
Nunca fui una buena estudiante para mujer florero. Y mientras mis amiguis comenzaban a creerse el cuento, y a salir a Porahi y esos lugarcitos de la zona diez, yo me puse un par de botas y empecé a salir con las monjas a las comunidades donde tenían trabajo. Empezó también el acercamiento con algunas organizaciones políticas, y empecé a participar desde lejitos en manifestaciones.
Salí del colegio y empecé a trabajar. Las botas y los chapulines siempre puestos. Comunidades, manifestaciones, murales... Me convertí en la militante más comprometida. Era la compañera perfecta con sus playeras y pantalones rotos. Lo suficiente fea para que mis compañeros de lucha me respetaran. Lo suficiente macha e impositiva para que me tomaran en cuenta. Mi pareja de ese entonces (al mejor estilo new-age Ché Guervara) me hacía sentir mal cuando me arreglaba. Y arreglarme en ese entonces podía significar la sutileza de pintarme las uñas y ponerme sandalias!!
Terminé esa relación, y con sólo unos pocos días de haber finalizado toda la mara me hacía comentarios sobre mi buena vibra y cómo me miraba radiante. Ponerme sandalias ya no era un atrevimiento y nadie me juzgaba por ello.
Pasé cuatro meses sin chance (otro post vendrá sobre esto...) Y el primero que encontré fue de Asistente (qué talito.... bonito nombre para ponerle a las secretarias). Esto me exigió tener que dejar los pantalones rotos y las playeras. Y definitivamente dejar guardadas las botas y los chapulines. Esa ropa que mi mamá me daba y sólo guardaba en el closet me comenzó a servir. ¡Hasta compré maquillaje! Y oh sorpresa... Esa que estaba en el espejo, esa MUJER, era yo. El maquillaje me enfatizaba los detalles y ocultaba los errorcitos. La ropa ajustada mostraba un cuerpo a lo latino (redondito y exagerado). Y comencé a sentirme tan bien, que hasta empecé a darme el lujo de ser tierna.
Hasta entonces me había empeñado tanto en parecer hombre...
Pero claro. Estos descubrimientos vienen acompañados tristemente por el descubrimiento de los compadres de un nuevo culo. Los que antes me trataban de su compa con chiches me empezaron a prestar sus chaquetas, alcanzarme un banquito para sentarme, ¡hasta me regalaban chela sin alegar! Acoso. Acoso. Acoso. Dejé de ser la respetable compañera para ser la apetecible hippi-fresa.
Ha sido difícil. Y a pesar de todo lo que sufrí siendo secretaria, tuve la oportunidad de acercarme mucho al feminismo. Y esto sumado a otro montón de experiencias me ha hecho sentirme tan orgullosa de mi sexo, que no me importan ya si me consideran culo o la fea.
A estas alturas del año, con mucha más calma. (Sin tanta chingadera ni cogedera) me he dado tiempo para descubrir mucho más que mi cuerpo para conocer mi alma.
Otra vez me estoy poniendo playeras y chapulines. Pero esta vez ya no estoy interpretando ningún personaje. Detrás de esa ropa y mis zapatos bajos me siento una mujer plena y completa.
Los tacones los dejo para los fines de semana y para ocasiones especiales.
Los zapatos y la ropa han dejado de ser lo vital. (Aunque siguen siendo importantes)
Pero yo. Yo estoy completa.
Esta soy yo.
Soy mi única administradora.
Yo eligo si las botas o los tacones.
Si los escotes o las playeras.
Yo elijo
si las chelas y la calentura
o el puro y la castidad.
Mi tiempo depende sólo de mí. (nada de celos que me alejen de donde quiero estar)
Mi compromiso depende de mi convicción. (nada de presiones colectivas)
Soy Miss Penny Lane
Soy Ramona
Soy yo...