lunes, 30 de enero de 2012

Después de tus visitas sorpresa

Tengo besos de cajeta
guardados en la lengua para cuando pueda dártelos
ojalá pudiera desnudarte también el cuerpo
y sorprenderte entrando por tu ombligo.

Será el coctel molotov de endorfinas
que me quedan estrellas en los ojos después de verte,
y a pesar que mi boca y lapicero
prefieran poesía sucia y realista
también quedo llenando mi cuaderno con versos cursis
escritos con las peor de las nostalgias.
Ojalá no existieran las convenciones sociales
que me obligan a aceptar que sos ajeno.

Aún no encuentro ninguna farmacia en esta zona
que prepare pastillas para evitarme esta mala costumbre de
soñar
que algún día nos encontramos a solas en la calle
y abordamos el mismo vagón del tranvía
que nos lleve en ruta corta para ir a ocupar terrenos baldíos
al barrio de la alegría.

Ya sé que te gusta ir por los tejados como gato sin dueño,
a mi también me provoca huir de mi cocina cuando está abandonada,
pero me gustaría tener más tiempo
para oler tu cuello y tocar tu oreja
cualquier estrategia que te retenga más de cinco minutos en mis manos,
hacerte ronronear como sé que puedo
y que durmás una noche que no acabe pronto
entre mis piernas.

En fin,
te digo que mi boca será dulce de leche
que seguiré guardando con mis pezones de azúcar
para deshacerse en la tuya.
Aquí en mi corazón voy a seguir reservando
parqueo para tu bicicleta.
Guardaré también
electricidad para el estéreo de mi pelvis
que musicalice nuestro próximo baile primitivo
del rocanrol de los idiotas.

mi primera publicación

Veo la revista
y aprieto las piernas
me siento cogida
por todos los ojos que me leen

jueves, 19 de enero de 2012

Se termina el juego



Eran las dos de la mañana, como ahora, cuando Ana abrió los ojos y decidió que ya era suficiente. Tantas veces había amenazado con irse, y ahora sabía que debía partir sin anunciar nada.
Anita dormía a su lado, con esa cara niña de inocente -que antes le encantaba- y que, ahora entendía, era sólo parte de su enfermedad. Odiaba más bien esa falsa inocencia de una mujer que se negaba a darse cuenta que ya había crecido. Esa aparente inocencia, que ahora detestaba con todas sus entrañas, era la máscara que esa mujer se había puesto para no asumir la responsabilidad de los corazones rotos que iba dejando en el camino.
La vio una vez más, la olió profundamente, la abrazo... y como sólo sintió asco se dio cuenta que el hechizo había terminado. Que por fin era libre y que podía irse sin sufrir demasiado por la abstinencia a esa respuesta hormonal - pasional que alguna vez hubo entre ellas.
Sin culpa y sin lástima se levantó de la cama y metió en su mochila solamente lo necesario para empezar nuevamente un viaje que físicamente la alejara de Anita lo más posible, y la llevara al centro de su propio cuerpo para darse cuenta que todo ese tiempo había estado ausente.
Arrancó una hoja de su cuaderno y escribió con letras grandes:

Me voy. Por fin soy libre.

Se quito el anillo del dedo anular, aquel que se pusieron una a la otra cuando todavía no se conocían, y lo dejó sobre la nota como pisapapeles.

Cerró la puerta tras de sí, y sintió una sonrisa enorme naciendo d
esde lo más profundo de su pecho.
-Que se joda- pensó -Ya me voy a encargar yo misma de encontrar otro infierno.

sábado, 14 de enero de 2012

triste mujer poeta

Parezco poeta triste.
Salgo con un cuaderno bajo el brazo,
y los labios rojos, a pesar de las ojeras malva.

Parezco mujer decepcionada.

La palabra amor la llevo marchita
disecada entre las páginas de este testamento
de triste mujer poeta
que no sabe llorar
sin derramar letras.

Perezco.

13 tijax

miércoles, 11 de enero de 2012

cuando empecé a sacar cosas de lo que fue nuestra casa

Cerrar las puertas.

Morir un poco.

"Cuando al punto final de los finales no le quedan dos puntos suspensivos"*

Sacar el corazón bajo la puerta.
No dejarlo atrás.

Llorar a chorros.
Llorar con los ojos abiertos.
Salir con la frente en alto.
Cerrar la puerta.
Cerrarla y no abrirla nunca.
Si hay que recordar: abrir la ventana.
No la puerta.
La puerta es ahora una tumba.
Taparla con ladrillos y cemento.
Colocarle una lápida y de vez en cuando irle a dejar flores.
Siento mucho tener que dejarte dentro.
Pronto iré a traer el resto de mis muertos.
Pero voy a traspasar la puerta.
Abrirla nunca.

Abrirla nunca.

martes, 3 de enero de 2012

tu/mi nombre

I

y primero fue mi nombre
-que no se olvide nunca-
y mi primer llanto se unió al llanto
de los pocos que me esperaban y de los que no.
y la paz de los recién nacidos
apenas fue sonrisa a medias para esas almas
que aunque dormían, no soñaban.
mi pequeño cuerpo con SU nombre
fue quizás consuelo,
seguramente distracción.

y apenas cayó seca la tripa de mi ombligo
me escondieron allí dentro SU semilla.
pero la regaron con llanto desesperado-de- tanto- buscar.
se inundó la cuenca de mi ombligo
con agua salobre de nostalgia.
tuve que darle cobijo a la semilla con mi sangre.

y me creciste, Rebeca Eunice, hacia adentro.
nadie se enteró nunca porque después del llanto vino el silencio.

mi pobre ombligo inundado de tristeza
apenas les mostró las raíces
del árbol que creció vientre adentro.

y los ojos ciegos de los adultos
creían que la miraban en las fotos
que inundaban la casa de los abuelitos.
y nunca supieron explicarnos porqué
la tía nunca llegaría para las navidades.

y yo tan pequeña con mis ojos grandes
frente a esa foto gigante en blanco y negro
hacía crecer mi árbol a su imagen y semejanza.
pero tal y como me habían en enseñado:
en silencio…

en silencio.

II

Me entregaron tu vida con tu nombre

Rebeca

me entregaron tu fantasma

sin cuerpo, sin tumba.

Tu alma en pena.

Tu cuerpo en llanto.


Rebeca Eunice me nombraron

para que tu nombre no dejara de pronunciarse nunca.

domingo, 1 de enero de 2012

tumba de agua

Una casa inundada.

Si esto fuera un sueño
y mi caminar por este muelle fuese una metáfora,
esta casa inundada
-a la que nunca me invitaste-
sería ese hacer consciente
que ni vos sos para mí
ni yo para ti.

Una casa inundada,
sin puertas ni ventanas
penetrada absoluta por el agua
sos tú.

Aquí donde dejaste memoria de tu vida,
no queda nada.
Ojalá pudiera decir lo mismo de la casa que te construí adentro.

Habrá que abrir las compuertas del maremoto de las causalidades
para que arrase con tu hogar en mi pecho.
Habrá que abrir las compuertas del llanto
para regar la tierra seca de mis labios.
Inundar con el mar de mis ojos,
por fin y para siempre,
la esquina de corazón muerto
que había estado guardando sólo para ti.

Flores.
Quiero flores para la tumba de agua
en que el lago ha decidido borrarte.

Flores
que con su efímera existencia
mueran también sobre tu olvido.

Flores de muerto
para mis pupilas,
que no se cierren,
que apenas es el penúltimo funeral.

(Quién sabe si podré llevar la sangre a la esquina muerta de mi corazón)

Flores.
La belleza nace para después morir.
Flores.

13 kan