martes, 2 de septiembre de 2014

poesía venenosa



Escribir es crisis
la tinta me sale del cérvix
debo sacarla con mi dedo sin miedo al dolor del placer de placebos
me entrego a lo eterno de esta tristeza que no precisa certezas
la vida es ácida cereza
asida a mi cabeza las memorias que me pesan
así da igual si mi rudeza de maleza es mala hierba
tragué hiedra y se poliedra ante mis ojos una estrella
vaya mierda precisar vanidad sobre esta piel yerta
el destello dio brillo sobre el espejo del cielo me reflejé en el hielo y al verme
el corazón se me hizo piedra
hoy hay tregua

envenenada accedo a los cajones olvidados de mi alma
una gota de sudor recorre mi espalda
el sol apenas alumbra y la ciudad aún no se levanta
me siento animala palpitando con la respiración de una jacaranda
entonces a las palmas de mi manos les crecieron plantas
y alimento de mi placenta palabras combinadas que escupe mi garganta
o si no
me atraganta

no tengo miedo al caos
a la rebelión de mis átomos
al nudo en el estómago que me desato
al arrebato de histeria que me recorre sin recato
rodearme sólo de gatos
del ronroneo del murmullo de los arroyos que nacen de los tejados
del olor a libros en el que escondo mi nariz todos los días un rato
se ha roto el encanto
las burbujas se van reventando
hay cosas que duelen tanto
prefiero desangrarme en armonías de llanto
organizo mi rabia en métricas de espanto
todas las noches para morir y renacer aunque sea un poco: canto

no esperes nada de esta poesía envenenada

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