lunes, 6 de agosto de 2012

Mi labio partido por tu aguja


dolor placentero que palpita
saliva que traga sangre
bóveda sin palabra.
Robándole versos a la tarde
tragándome letras para mearlas en tu boca
no me has amado ni odiado
pero cómo me gustaría
y que tus dedos taipearan temblorosos mi nombre.
Qué harás con mis mensajes los domingos por la noche
qué harás con las canciones que te nombran.
Tu indiferencia me arrastra con la lengua pegada a tu tatuaje
me pulveriza en el horizonte donde soy parte del paisaje.
Pasaba haciendo malabares
y no viste mis clavas esclavas sino mi paso de espanto.
Cerraste la boca
y escurrí por tu cuello.
Me levanté la falda
y cerraste los ojos.
Tus dientes no morderán mi acero
tus dedos no buscarán mi adentro.
Vas a llenar de jabón la esquina donde dejé mi olor
mis mordidas rojas morirán moradas
y se irán           se irán          de tu hombro.
Canto mudo de sirena
mi canto.
Hace una semana          hace un mes          hace tres
sostuve tu sexo entre mis dedos
raspaste mi piel con tus piedras
dibujaste calaveras con tu saliva por mi espalda.

Ahora soy un nombre en tu pantalla
aviso rojo de mensaje nuevo
la que manda cartas sin remitente
muñequita de vudú en tu billetera
postal turística empolvada entre el diccionario
suvenir silábico del ol-vi-do

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