tengo impresas punzadas lacerantes
piel que se parte para llenarse de
carbono
perlas adornan las cicatrices de las agujas que me
atraviesan
que me distinguen como parte de la
tribu de animales inconformes.
No es tan fácil reconocernos,
siempre hay pendejxs que lo hacen
por moda,
hay que oler el cuello para ver si
huele a casa
y aprender a hablar el lenguaje de
las pupilas,
yo he encontrado puños hinchados de
sangre con rabia
desde ojos que lloran rocío tierno
de rebeldía.
Somos guerrerxs rompiendo
violentamente el ruido con nuestro grito de silencio.
Sacrificamos la paz interior en
defensa de la alegría
de levantarnos cada mañana siendo
una misma
sin ofender el pudor colectivo.
Una cree, a pesar de todo, en la
belleza
y esculpe sus heridas desde manos
que escupen arcoíris y tormentas,
se conecta desde el sublime placer
de desconectarse del dolor
hasta el centro mismo del magma,
aprende a observar la respiración
que se calienta hasta que la sumisión acaba.
Llevo mi historia escrita a cuestas
para no olvidar que todo lo aprendido
me ha costado sangre
para no olvidarme del olvido y estar
alerta
recordar mis alegrías y a quienes se
han encontrado con la muerte y vuelven a reciclarse.
Yo prefiero consagrar la ira o la
profunda tristeza
hacer bellas mis lesiones
para tirarles besos desde el muelle
cuando partan en barcos que naveguen
un mundo plano,
y dejarlas ir como cuando mueren las
flores o un amor inoportuno.
La tinta es poseída es un médium
lo sé porque tatúo las cortezas de los
árboles
me escribo y escribo lo efímero
describo para que me dibujen lo que
dejó de existir y lo eternizo
durará lo que dure mi respiración
dolerá lo que dure el dolor
no olvidaré nunca lo que soy cuando
me vea al espejo
porque soy lo que he sido aunque ya
no quiera serlo.
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