lunes, 16 de julio de 2012

En Xibalbá la vida es más sabrosa


Xibalbá no es,
a diferencia del infierno judeo – cristiano,
el lugar del pecado.

Es el lado oscuro.

Dichosas las que viven en él sin culpas,
o sabrían lo que es la eterna sala de espera del limbo.

Acá hemos aprendido que a las personas
se les ama por sus ángeles y demonios,
que amar a una sola persona
es desperdiciar dos/tercios de corazón,
y que el mejor afrodisíaco es navegar el mismo hoyo de gusano
entre humo y vino.

Acá hemos aprendido a hacer el amor
desde cualquier parte del cuerpo,
y a despertar la animala
con el leve roce de la yema de los dedos
o escribiendo poemas con la lengua
de un extremo de clavícula al otro.

En Xibalbá hemos aprendido a conocer a la presa
por la potencia de su presión arterial en la muñeca
y el aroma a sangre en el cuello,
a penetrarnos unas a otras
y tocarnos el ombligo desde adentro.

Sabemos convertirnos en milpa de esqueleto
y escupir nuestro semen en la mano
de una princesa Itzá,
mulata o mora, zamba o gitana.

Hemos conocido la verdadera disolución de la materia
desde el oráculo de nuestro clítoris,
hemos viajado al interior de nuestros átomos
por la vía láctea de las palpitaciones de nuestras estrellas.

Ya no tememos a la muerte
porque conocemos el camino al centro de la tierra
y deseamos ir a fundir nuestros huesos
en la orgía eterna de las llamas.

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