domingo, 4 de marzo de 2012

III

Crónicas del desvelo

…quién saber por qué parte iremos…

Escribir una crónica de esta naturaleza tantos meses después es una clara señal que sigo en la mierda. Otra cosa por la cual agradecerte. No había encontrado una excusa que ameritara esta esporádica forma de hablar con los demonios que circundan mis desbordes de ansiedad. Meses sin saber de vos y una llamada es suficiente para quedarte pegada, viscosa y negra, a mis ventosas. Me he rumiado cada intercambio de impresiones, que no fueron inocentes, aunque las maquilláramos con una cordialidad que jamás nos ha caracterizado. Siempre has sabido hacer acto de presencia, para salvarme de mis intentos de hacer el bien. Siempre venís a recordarme que el problema no eras sólo vos. Que adentro tengo abismos que empaño con mi sonrisa.

No soy la misma después de nosotras. Me conozco en la piel los atajos a la casa del chay. Me sé poseída. Le temo a mi fuego. Me niego al fuego. Tuve que deshabitarme, tuve que cerrar los ojos, tuve que dejar de amarme. Y cuando me quito la piel puedo ver y sentir las quemadas de cigarro en la ingenuidad. Y tampoco puedo dormir. Apenas hace una semana empecé a ocupar la cama entera sin guardarte espacio. Apenas ha regresado la conciencia de los sueños. Apenas he logrado dormir antes de la media noche. Y no he vuelto a dormir a pierna suelta en la luz plena.

Quiero hacer el amor. Quiero dormir sin necesidad. Quiero llorar a chorros sin que sea por vos. Dejar de verte mientras canto de despecho. No dedicar más estas noches de insomnio a despertarte. Dejar que en mis dedos fluyan versos cursis y enviárselos a ella para que sepa que me gustaría amarla. Entregarle una niña ingenua que no existe porque ya fue violada.

Madrugada del 5 de marzo 2012

1 comentario:

S0y la Que No Buscas dijo...

Que hermoso lo que has escrito, lucha por estar en paz contigo, y veras que algún día la sombra de "ella" se terminará por ir...


saludos!