miércoles, 12 de octubre de 2011

en el día de la raza (que le dicen)

Amanecí imaginando la alegría colectiva de nuestros cuerpos mestizos si hubiésemos crecido sin el cristianismo impuesto.
O si bailáramos en lugar de llorar una semana entera en pleno verano.
O si habláramos aún el lenguaje del agua sobre los troncos de árboles tropicales.
O si dejáramos fluir la espiral del tiempo que sale de nuestra frente.

Pero nacimos de un choque de pelvis bárbaro y salvaje
ofrendando la sangre que reclama esta tierra de cavernas profundas,
orando bajito a la serpiente en los pies de esa monumental virgen morena.

Y yo:
huelo a pom y a sangre india
danzo potente con la fuerza de las diosas negras en mi cadera
canto con voz gitana que acompaña el melodrama del continente.

Me expando en el cosmos con el sabor ácido de la psilocibina entre mis muelas
dejo flores, frutas y recuerdos a la diosa de las aguas para que me cure el mal de amores
he conocido el mundo por páginas amarillas con olor a tinta y plomo.

Soy híbrida
como la serpiente emplumada.
Tengo esencia de coco y carne de barro.
Y en las marcas de mis heridas tribales
llevo todas las maldiciones de la injusticia.

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