(me sentí presa dentro de los barrotes de la costumbre
caí
profundo
abismalmente
me reclamaron las gargantas profundas de la tierra.
Imposible creer que los dioses estuvieron alguna vez aquí.)
Ya no pasa el aire por la nariz.
MIERDA.
Me estoy jalando las utopías con un billete de a quetzal.
Una mastercard se encargó de picarlas.
Pongo otra vez esa canción de Sabina.
Nada en esta noche será inocente.
Caeré
rodaré
daré mil vueltas sin poder dormir,
el ruido de la mañana en la ciudad me encontrará con ojos centinelas
y vas a volver a ser ese podrido nombre
con sabor a resaca de cigarro.
No hay redención sin ruido
-
Dentro de tantas biopics que existen sobre personajes públicos, es difícil
acertar qué es lo que realmente quiere uno como espectador. Y a veces,
contar ...
Hace 2 semanas

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