No vale la pena contar el tiempo de destierro
aunque perfectamente sé que son 4 meses.
Sentada desde mi refugio, viendo la lluvia sobre el pavimento y los cables
recuerdo que es domingo.
Y que no estás.
Me cocino el almuerzo todos los días
ya no tengo con quién pelear por no hacerlo.
Lo mejor es poder ser vegetariana sin reproches.
Limpio la caja de la gata sin protestar a nadie,
veo películas aburridas sin pena,
escucho hip hop a todo volumen
me pongo tacones y falda corta.
Ya no encuentro ropa tirada por la casa,
ya no hay platos sucios en la cocina
ya no ordeno desastres.
Ya no despierto de madrugada por los escándalos de borrachos y prendidos
mi casa ya no es refugio para faltos de vida.
Me regocijo en esta libertad reconquistada.
Pero es domingo y estoy sola.
Y te recuerdo.
Y me hacen falta tus pies fríos en las piernas.
Y me hace falta contarte los laberintos imposibles de mis sueños.
Y te imagino desplomada por la resaca en alguna cama que no es la mía
y tengo la certeza que alguien más pasa sus dedos entre tu pelo
y que alguien más despierta tu olor a vainilla.
Y te extraño.
Pero no te quiero cerca.
Estás mejor en esa región donde sólo puedo suponer
donde sólo puedo ansiar, donde sólo puedo imaginar.
Si estuvieras aquí probablemente estos versos fueran lastimeros y odiantes
porque te odié. Sin dudas.
Me odié aún más a mi.
Y esa es mi ganancia en este juego de a perder.
Por fin puedo dormir sin despertar en pleno ataque de histeria
preguntándome porqué te sigo amando mientras jalás coca en mi mesa de centro.
…solamente muero los domingos, y los lunes ya me siento bien…